LA PERSONALIDAD DE RYSZARD KAPUSCINSKI. (Aún me quedan unos retoques para terminarlo).

Kapuscinski es un hombre excepcional. Que, ¿por qué? Pues porque no es como otro cualquiera. Me refiero, no es como ese tipo de hombre que se contenta con pasar los días de su vida tranquilamente. No. Él no quiere llegar al punto en el que el hoy sea igual que el ayer. Es un hombre soñador. Es ese tipo de hombre que se maravilla de la vida, que quiere hacerlo todo, todo lo que le permita sentirse vivo.

 

Kapuscinski repugna las nuevas tecnologías. Para él, ocupan demasiado tiempo de nuestra vida en el que podíamos estar viviendo, sintiéndonos vivos. Hará unos años, un periodista fue a su casa para hacerle una entrevista. Y, ¿qué se encontró? Un anciano con una cadera rota, un tipo despistado con un centenar de post-it colocados por doquier. Pero sobre todo se encontró con un hombre al que envidiar, por ser realmente un hombre. Kapuscinski había ido de aquí a allí, y de allí a cualquier parte. Tiene un don, la curiosidad.

De esto que el periodista se dispuso a sacar su grabadora. Y, ¡oh maquina infernal! Kapuscinski la odia. Según él, cuando hay algo grabándonos, el lenguaje que intima entre dos hombres se transforma y surge el idioma oficial. Desaparece la sinceridad. Se pierde el contacto humano. ¿Qué peor cosa podía haber que esto?

 

¿Cómo describir su personalidad? Pienso que cada uno ha visto a un Kapuscinski diferente. Nadie es igual que nadie y por ello nunca cabrán en nuestro entendimiento dos Kapuscinskis iguales. A no ser que el lector haya asimilado sin más la información que se le ha dado, sin querer entretejer ese mensaje subliminal de los libros, en el cual el autor nos expone su corazón en bandeja de plata. Para mí Kapuscinski es aventura, decisión, curiosidad, fortaleza, y sobre todo, un hombre al que admirar por querer vivir al máximo su condición de hombre.

 

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Es ese tipo de hombre que se maravilla de la vida. Me imagino a Kapuscinski en un día soleado. Sentado en cualquier parte. ¿Qué tal la misma África? Si, eso. Sentado en la entrada de una choza casi en descomposición. Solo. No hay ni una brisa de aire, ni siquiera una nube. No hay ríos. Para una persona corriente no hay nada. Pero para Kapuscinski, allí casi marcando el horizonte, al final de lo que alcanza su vista hay un pequeño poblado. Un pequeño poblado de gentes que no se sabe cómo han llegado a vivir allí. Él intenta entender como viven allí, o mejor dicho, como sobreviven. El calor es asfixiante, pero Kapuscinski cree encontrarse donde debe estar, entendiendo y maravillándose de la simple existencia humana. De repente le tocan en la espalda, y le dicen << Ve a otro lugar. Aquí no verás nada, allí lo verás todo>>. Pero Kapuscinski desea quedarse un poco más. 

 

Kapuscinski había ido de aquí a allí, y de allí a cualquier parte.

Tiene un don, la curiosidad. Satisface sus ansias de curiosidad. A veces tiene cosas en la cabeza. Cosas que no puede sacarse. Ese tipo de cosas que se nos presentan como una mera sombra y queremos descubrir qué es, que hay detrás. Carece de importancia si esta sombra es del color del ébano o del marfil. Él quiere llegar a traspasar a la susodicha. No hay otra solución.

Va a donde le guía su corazón. ¿Qué mejor brújula que ésta? No sabe muy bien a donde va. No sabe muy bien que va a sentir. No sabe muy bien nada.

 Es luchador. Hace lo que haga falta por conseguir llegar al lugar que su corazón le ha mandado. Quiere sentirse vivo, y quiere ayudar a todo el que lo necesite. Comenzando por ayudarse a vivir, luchando por un futuro. Y siguiendo por lograr que los demás no solo sobrevivan, sino que ellos como personas que son, también puedan vivir.

 

 

 

Para mí Kapuscinski es aventura, que ¿por qué? Kapuscinski me recuerda a las típicas aventuras que descubres en los libros y películas cuando aún eres un infante. Me recuerdo a mí misma con 7 u 8 años, tumbada en una esquina del sofá, leyendo un libro de aventuras tras otro. Descubriendo tesoros, siendo rescatada por príncipes y luchando contra mil enemigos. Todo en un rincón fantástico, mi propio rincón. Kapuscinski es como esos momentos. Kapuscinski para mí es aquellos momentos sólo que de verdad. Muchas veces pensaba en qué le pediría a una lámpara mágica, y luego me decía: ¿para qué pensar en algo imposible? Pero con los libros de Kapuscinski, no se me ofrece lugar a duda de que es cierto lo que me está contando por medio de huellas de tinta, que me lo descifran todo acerca de su persona.

 

               Él es decisión, que ¿por qué? Cualquier persona, e insisto acerca de esto, cualquiera no sabría exactamente como actuar ante las adversidades que se le ofrecen en un marco distinto del que está acostumbrado a moverse. Pero a Kapuscinski le da igual no saber, actúa como si supiese exactamente qué es lo adecuado. Tanto da que las consecuencias de sus actos resulten ser para bien o para mal, que le incumba o no, ¿y si se mete en un lío? ¡Pues se metió y punto! ¡¿Para qué preocuparse con tonterías?! ¡A vivir se ha dicho!

 

          Él es curiosidad, que ¿por qué? La curiosidad mató al gato, pero hizo descubrirse al hombre. Si, Kapuscinski al final de sus días sabía perfectamente quien era él. Era todo un aventurero sin miedo, sin ataduras, sin remordimientos. Había hecho muchas cosas y aún deseaba hacer más.

Y, ¿por qué no? Una cadera rota y una edad mayor no debe ser impedimento para darse a conocer al mundo y conocerse mutuamente con él.

 

               Él es fortaleza, que ¿por qué? Escribe estos libros para encontrar algo. ¿A sí mismo quizás? Quizás quiere demostrar de qué esta hecho. Quizás se muera por saber que hay debajo de la coraza que tapa sus entrañas. O quizás quiera reflexionar acerca de sí mismo y de los diferentes marcos que ha ido conociendo a lo largo de su vida. Kapuscinski está hecho de buena madera.

 

 

                Y sobre todo, Kapuscinski es un hombre al que admirar por querer vivir al máximo su condición de hombre. Que, ¿por qué? Responderé a esto con la mayor simplificación posible. La mayoría de los hombres permiten que la vida se les vaya de las manos, mostrándose impasibles, permiten que desaparezcan como la brisa de las olas del mar salado. Permiten que su corazón se reprima sus sueños e ilusiones, que su corazón sufra la mayor traición que se le podamos hacer: olvidarnos de la existencia de estos. Pues los corazones tienen vida y no son meros miembros de un mecanismo biológico basado en el agua.  

 

 

 

El ser humano que llegue a ser consciente de su vida, de sus sueños y de su corazón, llegará a alcanzar toda su condición de dicho ser. Kapuscinski era consciente de esto y logró ser un hombre excepcional.

 

About J.W.Simons

I was born and raised down in Shrewsbury. On a farm way back up in the woods.
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